Abderraouf Mahbouli, Académico Correspondiente para Túnez de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras (RACEF), incidió en la urgencia de la lucha contra la deserificación, un problema que considera tanto medioambiental como social, durante su intervención en el Seminario Internacional Abierto que la Real Corporación celebró entre los pasados 8 y el 9 de junio. Mahbouli presentó la ponencia "La lute contre la désertification, défi majeur pour la protection de l’écosystème planétaire".
Para el Académico, existen tres retos inseparables cuando se habla de crisis climática: el impacto del cambio climático, los peligros para la diversidad biológica y las desastrosas consecuencias de la desertificación y la sequía. "La desertificación no es (o, en todo caso, no sólo) la expansión natural de los desiertos ya existentes. Según la Convención de las Naciones Unidas, designa la degradación de la tierra en zonas áridas y semiáridas secas. Estas tierras secas degradadas representan el 40% de la superficie del planeta y están repartidas por todos los continentes. Son el hogar de más de 3.000 millones de personas, incluidas las poblaciones más pobres y vulnerables. Si nada cambia para 2050, podemos esperar una degradación adicional de 16 millones de km2 de tierra, un área equivalente a la de América del Sur. Ya se estima que cada año se pierden 12 millones de hectáreas, lo que lleva, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, a una pérdida del 10% del PIB mundial", argumentó.
El experto señaló diversos proyectos para combatir este problea, como la muralla verde en el Sahel. Se trata de un proyecto apoyado desde 2005 por la Unión Africana y once países del continente que pretende reforestar 100 millones de hectáreas de tierra árida para 2030 mediante la creación de una inmensa franja de vegetación, de 8.000 km de largo y 15 km de ancho, que conectará la costa occidental de África, en Senegal, con la costa este, en Yibuti. Este ambicioso proyecto también debería permitir la creación de 10 millones de puestos de trabajo para el medio ambiente y, en última instancia, se podrían volver a secuestrar 250 millones de toneladas de CO2.
"Las soluciones, como vemos, existen, y en gran número, pero requieren, como suele ocurrir, de una voluntad política real y un compromiso sincero de cada uno de nosotros, a favor de la naturaleza", concluyó.