Dídac Ramírez, Académico de Número de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras (RACEF), abordó en su intervención en el Acto Nacional que la RACEF y la Universidad de Cantabria celebraron los pasados 7 y 8 de mayo de forma telemática la necesidad de que instituciones como la Unión Europea sitúen en el eje de todas su políticas el objetivo de la prosperidad compartida definido en la Agenda 2030 de la ONU.
Para el Exrector de la Universidad de Barcelona, la reciente situación de alarma sanitaria y económica que ha provocado la pandemia por el coronavirus que causa la Covid-19 acrecienta esta necesidad.
EMPODERAMIENTO Y SOSTENIBILIDAD PARA UNA PROSPERIDAD COMPARTIDA
A pesar del enorme crecimiento económico generado por la globalización, la brecha entre ricos y pobres se ha acrecentado en el conjunto de la población mundial, y no sólo en términos de riqueza monetaria.
El paradigma de la prosperidad compartida surgido en la década de los 80 del pasado siglo se define, precisamente, a partir del objetivo de armonizar el crecimiento económico con la reducción de la desigualdad global. La Agenda 2030 recoge el compromiso por parte de los Estados miembros de las ONU de avanzar en la consecución de dicho objetivo. Ello requiere, a mi juicio, por un lado, llevar a cabo la corrección, y en algunos casos revisión, de los actuales modelos económicos de desarrollo; y por otro, sustentarse en valores que la promuevan y que la sociedad los asuma como fundamentales.
La presente comunicación trata sobre el segundo de los requisitos. Concibo el empoderamiento y la sostenibilidad como dos de los valores aludidos, orbitando ambos alrededor de la solidaridad: empoderamiento por parte de los territorios y colectivos desfavorecidos que como consecuencia de indicadores salen penalizados en políticas de desarrollo e inversión que sustenta la prosperidad; sostenibilidad para no cargar los costes de la prosperidad actual en las limitaciones de desarrollo y calidad de vida de las generaciones futuras.
Mi propuesta pasa por incorporar dichos valores en el núcleo axiológico de la Unión Europea, actor clave para avanzar en el camino hacia la llamada posglobalización a la que nos conduce el tremendo desafío que plantea la Covid-19.