Enrique López, Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de León y Académico de Correspondiente para Castilla y León de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras (RACEF), presenta una síntesis del discurso que leerá durante su ingreso como Académico de Número de la Real Corporación, por ahora sin fecha debido al estado de alarma decretado por el Gobierno con motivo de la pandemia por el coronavirus causante de la Covid-19. El discurso llevará por título "Los engranajes del argocapitalismo. Moral y acción humana en la era del acercamiento digital".
Los engranajes del argocapitalismo. Moral y acción hHumana en la era del acercamiento digital
Desde que se declaró el coronavirus en China a finales de 2019, la frase más repetida en todos los idiomas del planeta es "Algo como esto no lo había visto en mi vida". La enfermedad que causa el virus SARS-COV-2 presenta una diseminación comunitaria con manifestaciones mercuriales y amplia gama de síntomas. Las cifras de las personas infectadas por la pandemia son abrumadoras. Lo más lamentable ha sido el triste y moralmente inasumible porcentaje de fallecimientos, tan enorme como terriblemente vergonzoso: en las últimas semanas de marzo, oficialmente en España moría con Covid-19 una persona cada menos de 2 minutos: cada día era como si se estrellarán hasta 3 aviones. Para mayor inri, los “exitus letalis” tenían como únicos psicopompos a los respiradores.
La catástrofe económica implosionada tampoco se encuentra en ningún libro de texto de economía. La contracción económica no tiene parangón. Así, según la OIT en dos semanas ya se ha llevado a más de 200 millones de personas al paro, como resultado del distanciamiento social para limitar la propagación de la Covid-19. Como señalaba Paul Krugman, “estamos entrando en el equivalente económico de un coma inducido médicamente, en el que algunas funciones cerebrales se cierran temporalmente para darle al paciente la oportunidad de sanar”.
Por otro lado, con el confinamiento en casa de más de medio planeta, con la economía en el congelador, hemos asistido al mayor curso de formación de la historia. Y, al igual que ha permitido volver a pescar desde las casas en Venecia, con la vuelta de los peces a los canales, también ha supuesto un enorme “acercamiento digital”: la digitalización ha supuesto tanto un alivio ante tanta incertidumbre y desasosiego, de las personas en todo el mundo occidental, como una respuesta eficaz para la monitorización de la diseminación comunitaria de la enfermedad, a través del seguimiento de los móviles de tales personas.
Precisamente, el sistema económico propio de la digitalización, que me he permitido denominar “argocapitalismo”, es el objeto central de mi Discurso de Incorporación como Numerario a la convivencia intelectual de tan noble, prez y generosa Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras del Instituto de España.
El basamento etimológico del prefijo “argo” se apoya en un epónimo dual pues, como en el caso de la Luna, cabe considerar dos caras o perspectivas del capitalismo más contemporáneo: una, panóptica o de vigilancia (extracción de datos), inspirada en el mito griego de Argos Panoptes (“el que todo lo ve”) y otra predictiva o anticipadora de comportamientos (manejo de datos), inspirada en otro mito griego, “la Argo”, la nave pentecóntera (cuya proa, construida con madera de Dodona, tenía el don del habla y de la profecía) donde Jasón y los argonautas navegaron a la búsqueda del vellocino de oro.
La digitalización, entendida como la continua convergencia de lo real y el mundo virtual, supone la aplicación de tecnologías digitales para crear nuevas oportunidades de generar valor. Se plantea así la emergencia de un nuevo orden económico, el argocapitalismo, donde los datos, las auténticas células de la economía digital, son una forma de capital, de igual nivel que el capital económico o el financiero, en términos de generar nuevos productos y servicios digitales.
En efecto, como señala Erik Brynjolfsson “cada vez más activos importantes en la economía están compuestos de bits en lugar de átomos", donde los algoritmos son uno de los principales motores de la vida económica y social, entonces resulta fácil convenir en que los datos son el combustible, la electricidad, que los hace funcionar. Esto es, bajo la nueva lógica formal del capitalismo, el valor se encuentra en los datos, siendo la recopilación y circulación de datos el elemento central que lo caracteriza: la recolección de datos está impulsada por el ciclo perpetuo de acumulación de capital, que a su vez impulsa al capital para construir y confiar en un universo en el que “todo está hecho de datos”.
El imperativo de capturar todos los datos, de todas las fuentes, por cualquier medio posible, influye en muchas decisiones clave sobre los modelos de negocios, la gobernanza política y el desarrollo tecnológico. De ahí, la necesidad de estudiar la “salsa secreta” o “clave de bóveda” de sus engranajes: por un lado, las tecnologías como la Inteligencia Artificial y la computación cuántica (análisis predictivos) y, por el otro, las tecnologías persuasivas basadas en la economía del comportamiento, inspiradas tanto en el “paternalismo libertario” como en “pensamiento de diseño” y/o en acciones claramente aditivas o manipuladoras (vigilancia panóptica).
Los argocapitalistas, a través de sus “refinerías de datos” saben cosas sobre los usuarios o consumidores que ni siquiera ellos conocen o se imaginan sobre sí mismos. Los argocapitalistas capitalizan, o buscan capitalizar, sus patrones de comportamiento inconscientes, incluso provocando deseos que están muy lejos de sus intenciones autopercibidas y hasta los engañan para actuar repetidamente sobre esos deseos en un proceso que Akerlof y Shiller describen como “phishing for phools”.
Desde esta perspectiva, este proemio pudiera servir para avizorar la premisa fundamental de la tesis a desarrollar: entender los datos como una forma de capital propicia el poder analizar mejor el significado, las prácticas y las implicaciones del régimen político económico derivado de la digitalización, esto es, la naturaleza y la dinámica del argocapitalismo.
Debido a la digitalización omnipresente de nuestra vida privada y profesional, abogo porque el estudio sobre las tecnologías de análisis predictivo de datos, basado en la simbiosis de las tecnologías de aprendizaje automático profundas con la computación cuántica (“la inteligencia artificial cubitizada”) junto con las tecnologías del cambio del comportamiento, debería extenderse y ampliarse de forma holística, ya que cada vez más las personas usarán dispositivos digitales para tomar decisiones en más situaciones y sectores y los dispositivos se diversificarán en forma y función. Con seguridad, surgirán nuevos dispositivos con ahora desconocidos elementos de interacción y diseño de interfaz, como cinética, realidad aumentada y hologramas, de ahí que los diseñadores y arquitectos de decisión deberán comprender los posibles efectos conductuales de estas nuevas tecnologías en el juicio y la toma de decisiones de las personas.
Cabe considerar, por tanto, esta contribución como un intento de alentar la exploración de nuevas ventanas de oportunidad con la apertura de una nueva agenda de investigación con innegable impacto socioeconómico.