El Excmo. Sr. Dr. D. Manuel Castells Oliván en su discurso de ingreso a la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, “De la función de producción agregada a la frontera de posibilidades de producción: productividad, tecnología y crecimiento económico en la era de la información”, analiza la influencia de las tecnologías de la información y de la comunicación en la productividad de las empresas y el crecimiento económico de los países a partir de una discusión de las teorías económicas más relevantes y de la observación de los datos de crecimiento y productividad en EE.UU., Europa y España durante las últimas décadas.
Desde la crítica de Dale Jorgenson hasta el análisis de la función de producción agregada de Robert Solow y su propuesta de reformulación de las fuentes del crecimiento a partir de la función de frontera de posibilidades de producción, Manuel Castells muestra como el crecimiento de la productividad y de la economía en la última década esta basado en la producción y en el uso de bienes y servicios de las tecnologías de la información y de la comunicación. Según Castells, “para que las tecnologías induzcan productividad es necesario, al mismo tiempo, un cambio organizativo en la empresa y una mejor educación de los trabajadores así como una organización flexible del proceso de trabajo”. A partir de la investigación europea, el Dr. Manuel Castells muestra como el retraso de la Unión Europea frente a EE.UU. esta relacionado con la menor difusión de las tecnologías en las empresas, sobre todo en los servicios, y en la lentitud del cambio organizativo. En el caso español, el académico sostiene que existe un alto ritmo de crecimiento económico sin crecimiento de productividad. Este crecimiento se debe al “incremento cuantitativo y cualitativo del empleo fruto de la incorporación masiva de la mano de obra inmigrada”. Asimismo, el Dr. Manuel Castells Oliván apunta de dicho crecimiento se debe a “la demanda interna que, en parte, está ligado al auge de la construcción inmobiliaria y a la contribución del turismo”. Aunque considera poco sostenible este modelo a medio plazo afirma que “en España existe un sector moderno, inversor en tecnología y abierto al cambio organizativo, que se manifiesta sobre todo en los sectores productores de tecnologías de la información y en la intermediación financiera. Y de la capacidad de difusión de esta modernidad tecnológica y empresarial a los servicios y a las pequeñas y medianas empresas depende el futuro de la economía española”.