Alessandro Bianchi, Exministro italiano y Académico Correspondiente para Italia de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, aboga por el componente ético que deben asumir todos los gobiernos pararevertir la actual crisis climática una vez se ha certificado que las soluciones tecnológicas, económicas y normativas resultan abiertamente insufcientes. Bianchi desarrolla este punto de vista en el trabajo "Some reflections on the environmental question", que presentó en el Seminario Internacional Abierto que la Real Corporación celebró entre los pasados 8 y 9 de junio.
Para el Académico, la actual lucha es contra un moelo social de desarrollo inaugurado hace tres seglos con la Revolución Industrial. "Fue un fenómeno que comenzó en Gran Bretaña, pero que se extendió rápidamente por el continente europeo, modificando profundamente las características de las sociedades preexistentes. Esa revolución ciertamente ha traído grandes beneficios a la humanidad, pero también ha causado numerosos daños de los cuales el más grave es el deterioro del medio natural", señaló, asegurando que esos casi 300 años han alterado los modelos productivos y de consumo sin tener en cuenta las consecuencias que este comportamiento acarreaba dos consecuencias graves: el cambio climático y la contaminación de los mares.
Bianchi señaló cómo según los principales estudios internacionales, las zonas áridas cubren actualmente aproximadamente el 46% de la superficie terrestre mundial, donde viven 3.000 millones de personas y cada año 4.000 kilómetros cuadrados se convierten en desierto. Es decir, una superficie igual a la mitad de toda Europa. Además, los indicadres señalan que las cosechas de productos agrícolas disminuirá en un 10% para 2050 y la consecuencia será que alrededor de 700 millones de personas se verán afectadas por la hambruna.
"Hasta el momento las actuaciones realizadas para revertir esta situación han sido de carácter tecnológico y económico. Sin duda son importantes y ya han producido resultados significativos, pero son incapaces de producir una solución definitiva. Porque el problema es que es necesario cambiar por completo la relación que la humanidad tiene con el medio natural. Y se trata de una cuestión de carácter ético. Así que para encontrar una solución tenemos que combinar estos dos caminos: el tecnológico y económico y el ético", consideró.
El académico apuntó, además, que ste esfuerzo debe recaer especialmente en países como India y China, que suman 2.600 millones de personas, un tercio de la población mundial, además de los países occidentales.