La desigualdad entre hombres y mujeres es una de las formas de discriminación más profundas que persisten en la sociedad actual (Agarwal, 2018) y por tanto la igualdad de género es parte del cambio social que actualmente se vive en el mundo (Bericat, 2012). El diseño de indicadores que midan este fenómeno en diferentes contextos es fundamental, no sólo para analizar su evolución, sino para identificar los elementos más complejos que dificultan las líneas de acción para que la igualdad entre hombres y mujeres sea efectiva, ya que los avances que
tengan los países o territorios en disminución de la brecha de género es una condición esencial para el desarrollo humano (Adina, 2014) y permite mejorar procesos de cambios sociales. Sin embargo, aunque la desigualdad es evidente en todas partes del mundo, la naturaleza y el grado en que se presenta no son universales (Dilli, 2018), pero sí el impacto negativo que tiene no solo para la economía de los países, sino también para las instituciones políticas y sociales (Agarwal, 2018). En España, la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de
mujeres y hombres (BOE, 2007) , requiere la implementación de nuevos indicadores que posibiliten un mejor conocimiento de las diferencias entre mujeres y hombres, además de monitorear los avances en diferentes ámbitos de la sociedad y los territorios.