Resumen:
Después de las guerras mundiales Europa, cuyo dominio global fue incuestionable hasta 1914, tiene que redefinir su posición. Este replanteamiento le lleva a aprobar en 1957 el Tratado de Roma. Los siguientes años tuvieron un desarrollo espectacular hasta que en 1984 la Comunidad empieza a adolecer de fragilidad, de falta de ímpetu renovador e incapacidad de afrontar los problemas que suponen el dinamismo japonés, el desarrollo de los 4 dragones de Extremo Oriente y la renovación de la economía norteamericana. Asimismo, no consigue hacer frente a los graves problemas del paro, la inflación y el declive industrial. La respuesta estratégica a estos problemas se formula con Objetivo 92, un inmenso proyecto de relanzamiento económico que culminará con el gran mercado interior de 1992. Desde entonces, el dinamismo manifestado por la economía de los doce Estados miembros han hecho de la Comunidad la primera potencia comercial y económica del planeta. Con el Paquete Delors se consagra definitivamente para Europa el Gran Mercado Interior, la Cohesión económica y social y el Acta Única. La vía hacia la Unión Económica y Monetaria quedaba así despejada. Anteriormente, las relaciones internacionales se regían por el referencial de la política de bloques. Este marco referencial ha cambiado y empieza a resultar clave la cooperación entre el Este, el Oeste y el Sur. La Comunidad no puede permitir que se creen desfases de desarrollo económico y social con terceros países mediterráneos. Europa tiene que redefinir igualmente sus vínculos con los Países del Este, con Estados Unidos y con Japón, así como las relaciones Norte/Sur. Para ello se deberá modificar la arquitectura comunitaria y llegar a la Unión Económica y Monetaria y Unión Política.