Resumen:
El discurso constituye una profunda reflexión del problema central que desde 1970 se enfrentan los sistemas económicos de los países occidentales es el de la estabilidad monetaria. Desde Bruselas primero y como Primer Ministro a partir de 1976 existe a la inestabilidad provocada por el primer choque petrolífero y, además, en 1979, por el segundo choque. En su discurso pone de manifiesto, en primer lugar, que durante las dos décadas que van desde 1950 a 1970 los economistas asisten a la mayor añoranza de la historia. El llamado “cuadrado mágico” aparece ante sus ojos: simultáneamente se da ritmo satisfactorio de crecimiento, un elevado nivel de empleo, una relativa estabilidad de precios y un equilibrio exterior aceptable. Las causas de esta extraordinaria situación hay que buscarlas en una amalgama de circunstancias entre los que destacan: la reconstrucción de los países europeos, la liberación de los intercambios internacionales y la creación del Mercado Común. Pero detrás de todas ellas hay la más decisiva: la estabilidad monetaria, sostenida e impuesta por las economías de los EE.UU. y la de la Alemania Federal. Y vinieron, luego, los choques petrolíferos de 1973, no ajenos a la ola de inflacionista que se expandió por todas partes desde 1971 y que, con la consiguiente inflación provocaron rápidamente la ralentización de la actividad económica, los desequilibrios exteriores y la aparición del paro. El escepticismo y el desánimo son patentes en todos los niveles de gobierno de los países europeos. Pero, como siempre, las realidades acaban por imponerse y, es a partir de 1980 cuando todos los países se juntan para iniciar el camino hacia la estabilidad. La primera lección que se puede aprender concierne al plano nacional y se refiere a la necesidad de combinar los instrumentos de política económica, es decir la combinación de política monetaria y política presupuestaria, contrariamente a lo que sostienen los monetaristas, a saber que es suficiente con regular la cantidad de dinero en circulación para recontar a la vez la estabilidad de los precios y la expansión. La segunda lección afecta al plano internacional en el que se observa la dificultad del retorno a un nuevo sistema monetario internacional como el que habíamos conocido en el intervalo de los años 1950-1970. Las voces se levantan para atraer la atención sobre los peligros de los cambios flotantes que alejan al citado retorno. Por ello, es necesario que cada país adopte una política propia respetando unas reglas de cooperación internacional. Es necesario decir, para terminar, que sea cual sea el progreso de la ciencia económica, sea cual fuere la voluntad de los gobiernos lo que importa es la transformación de las mentalidades y de los comportamientos. Como consecuencia de la fase de expansión y de prosperidad los comportamientos han estado dominados por la facilidad y las mentalidades por el espíritu de reivindicación y el espíritu de lo superfluo. Hoy no es posible ya conservar estos comportamientos, el éxito de las nuevas políticas debe pasar permisiblemente por el retorno a los principios que han sido, quizás, iniciativa el esfuerzo.