La introducción de la moneda única es el proyecto más ambicioso iniciado por la Unión Europea. Para que se convierta en un éxito duradero tienen que darse cinco condiciones: (1) Los países candidatos (todos los socios comunitarios a excepción de Dinamarca y Gran Bretaña que pueden optar por la no participación) sólo pueden ingresar si cumplen con los criterios de convergencia establecidos en el Tratado de Maastricht. (2) Hay que trabajar en cada país por lograr la sostenibilidad de las finanzas públicas con arreglo a los valores límites para el déficit público y la deuda pública, establecidos en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de Amsterdam. (3) La independencia del Banco Central Europeo frente a los poderes políticos debe ser respetada absolutamente. (4) La futura política monetaria europea es indivisible y ha de enfocar la estabilidad del nivel de precios en el área del euro como objetivo prioritario. (5) Los países miembros deberán poner en marcha las reformas estructurales pendientes en diversos ámbitos (sobre todo en el mercado laboral) con el fin de flexibilizar las economías y de este modo aumentar el potencial de crecimiento.