Se platean algunas ideas y con ellas cierta noción de empresa asociada y solidaria marroquí-española para la conquista de los mercados internacionales, con la convicción de que Marruecos será percibido como un país identificado con la modernidad y la democracia desde el realismo, la coherencia y la estabilidad. En nuestras relaciones bilaterales, en especial en el campo económico, lo que queda para hacer es tarea ingente y exaltante. El espejo de la historia nos devuelve la imagen de dos naciones que han realizado la misma elección democrática que da preferencia a los mecanismos de solidaridad social y que al recorrer el libro de la historia, las páginas más bellas están aún por escribir y deben contribuir al gran proyecto euro-mediterráneo. Un proyecto oficializado primero por los Acuerdos de Madrid de 1991 y por la Declaración de Barcelona de 1996, esta última apelando las virtudes de una asociación entre las dos costas del Mediterráneo. Pero los discursos, los retrasos y las frustraciones se han diluido con el tiempo. Inmigración, turismo, pesca, el sector agroalimentario, en los que Marruecos es la prolongación del espacio natural de España. También en la ingeniería financiera se puede avanzar en la gestión de la deuda, de la cobertura, de la apreciación riesgo-país. Para concluir es preciso encender la mecha de la innovación y actualizar el marco institucional de nuestra cooperación mediante el aumento de los medios que a ella se dedican.