Históricamente se ha interpretado la naturaleza y fundamentación del derecho en el seno de la teoría económica desde una perspectiva que presupone una escisión drástica con la Política y la Moral. Así, la llamada “escuela de los derechos de propiedad”, cuyos presupuestos antropológicos se escudan en el aparentemente neutral individualismo metodológico, ha provocado que los principios de la eficiencia económica hayan reemplazado a la prudencia política -enfrentado mercado y Estado- y se muestren insuficientes para explicar el sentido del derecho. Un abordaje cabal del marco legal de la economía requiere la superación del individualismo y la consideración del aspecto relacional, intersubjetivo y teleológico que ofrece la persona humana, cuya racionalidad contempla la libertad y la incertidumbre, junto a la protección que manifiestan la costumbre, la tradición y la autoridad.