Se hace especial referencia a la pavorosa marcha del socialismo extendiéndose por Europa. Se entiende que el socialismo es intrínsecamente pernicioso, porque tiende a destruir la propiedad privada y la libertad económica justa, que constituyen los postulados indeclinables de la doctrina cristiana en que secularmente apoyamos nuestros altos valores morales. Concluye con una pregunta ¿no será que mientras en el ejercicio de la religión cristiana ha ido quedando relegado a la categoría de rito formal y frío, el morbo de un neopaganismo materializante ha ido invadiendo las mentes de los pueblos y especialmente de las clases de dirigentes en que éstos se apoyan? En destino de Europa y de la economía europea está en la respuesta que todos los ciudadanos estamos dispuestos a dar. Su posicionamiento liberal y anti-intervencionista crea las condiciones para impedir la inflación y mitigar los ciclos económicos.